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Sos-Tenernos.

Ante Vulnerabilidades Cruzadas.

Cuidar a un bebé, mantenerlo con vida, despierta los tipos y montos de ansiedades y angustias más diversas que podamos imaginar. Ese otro, pequeño, en desarrollo, a constituirse, en lo vincular, toca y sensibiliza nuestras propias vulnerabilidades despertando sentimientos ambivalentes. Una tradicional, cultural y simbólica forma de tramitar y descargar estos afectos hostiles-agresivos es a través de las canciones de cuna: “Mambrú se fue a la guerra y no sé cuándo vendrá… jajaja jajaja… no sé cuándo vendrá”, “…Viene el diablo blanco, y zas! le come la patita…”, entre otras. Allí aparece el humor ante la muerte y, sobre todo, el amor ante el odio/hostilidad. Hostilidad que es envuelta con tonos y musicalidad amorosa, afectuosa y cuidadosa, lo que posibilita su descarga y procesamiento. 

Entonces, para sostener al bebé -física, emocional y simbólicamente- el adulto necesita sostenerse en otros (en este caso la cultura, la transmisión intergeneracional, otros). Y esto no es natural, no responde a un instinto (“maternal”, como se lo suele catalogar generalmente), sino que es producción singular-social-cultural. De hecho, si esto fuera instintivo-biológico no hubiera ocurrido  en la antigüedad el infanticidio que marcó fuertemente la relación parentofilial de estos tiempos. Nuestro ADN no ha cambiado profundamente desde ese entonces, pero sí nuestras sociedades y culturas, nuestras formas de mirar y escuchar a las infancias y las representaciones que construimos alrededor y sobre ellas, por lo tanto, los modos de relacionarnos y vincularnos. Además, si la cuestión fuera meramente instintiva, biológica, poco tendríamos para hacer cuando nos encontramos con adultos cuidadores con dificultades para sostener, cuidar y vincularse con un bebé.

En Enero de este año (2018), en Inglaterra, se creó el primer Ministerio de la Soledad en el mundo, con dependencia gubernamental, que intenta abordar la problemática de más de nueve millones de personas de ese país que se sienten aisladas y deprimidas. Según la OMS más de 300 millones de personas en el mundo sufren depresión. Si bien, por el momento, este Ministerio no focaliza en la soledad de adultos padres y madres, sabemos que muchos de esos millones de adultos que se sienten aislados, deprimidos, en soledad son padres y madres. ¿Hacia quién se dirige la hostilidad y la agresividad, que genera cuidar a otro vulnerable y dependiente, si el cuidador vive y está en soledad con el bebé? Si no hay otro/s para que el afecto circule (pareja, amigos, padres, abuelo y/u otros), el bebé es receptor exclusivo de todo ello: Todo el afecto positivo. Todo el afecto negativo. Todo. Por eso, lo preocupante, el riesgo, en términos de desarrollo emocional saludable para un bebé, no es que tenga padres solteros (lo que ha sido foco de crítica mediática-social en los últimos tiempos) sino que ese bebé tenga un adulto cuidador en soledad. El primero es un estado civil, el segundo una situación problemática de salud y de suma vulnerabilidad.

Entonces, aquí toma un significativo valor el enunciado: “Para cuidar a un niño se necesita de toda una tribu (una comunidad)”. Sobre todo en épocas que parecen impulsar la consigna de “soltar” y la confusión de ser con tener. Para soltar primero hay que tejer lazos. Sobre la base de esos entramados vinculares, confiables, sostenedores, amorosos, es posible pensar en estar solos en términos positivos, de privacidad-intimidad. La posibilidad de ir y venir, entre lo vincular.  Del Ser (con otro/s) al Estar (con otro/s y con uno mismo). S.O.S.-tener(NOS).

 

Juan Augusto Laplacette

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