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Una Pausa.

DECIR QUE NO, cuando el espejismo de tenerlo todo para ser feliz se vende y se impone; BAJAR LA MARCHA, cuando los tiempos acelerados empujan hacia la intensa productividad; PONER PAUSA, cuando la continuidad infinita y el estímulo constante intentan llenar vacíos existenciales capturando y fascinando… no son decisiones sencillas. Menos aún en la infancia, momento privilegiado de constitución psíquica y subjetiva, de construcción de legalidades y límites, regulaciones y autonomías, potencias y posiciones.

 

Ofrecerles a niñas y niños espacios y tiempos para aburrirse, para jugar por jugar, para pensar… son oportunidades para encontrarse con el deseo y la creación aunque, como adultos, la hoja en blanco nos invada de ansiedad y los silencios nos despierten temores profundos ante el vacío.

 

Si no existiesen los silencios las notas no serían musicales y se disolvería cada melodía.

Pongamos pausas que permitan encuentros, con nosotros y con otros, con pensares y jugares, con devenires y acontecimientos: la vida.

Juan Augusto Laplacette

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